Situado en Campo de Criptana, en el corazón de La Mancha, entre los molinos-gigantes cervantinos. Su arquitectura, de Antonio Areán y José Angel Vaquero, es un ejemplo de que, respetando la tradición, se puede proyectar un espacio moderno, interesante y de gran belleza arquitectónica.
Consta de dos salones de restaurante en distintos niveles. El superior se caracteriza por grandes ventanales que permiten una visión general de todo el pueblo. El salón de abajo, por su parte, es más informal y cuenta con chimenea y escenario.